La reencarnación, ¿otra vida después de la muerte?

En cierta ocasión, uno de mis pacientes me dijo que en su vida anterior fue un gato, por el nivel de identificación que tiene con los felinos: “Toda alma viaja como si fuera un círculo, que puede abarcar desde llegar a ser un dios hasta ser un animal o un insecto”, me dijo. Refirió, además, que el sentido de la trayectoria de un alma dentro de este universo, lo marca el contenido o sentido de sus actos.

Según el hinduismo popular moderno, el estado en el que renace el alma está determinado por sus buenas o malas acciones (el karma), realizadas en anteriores encarnaciones.

La reencarnación es una creencia que consisten en que la esencia individual de las personas (alma o espíritu) empieza con una nueva vida en un cuerpo o forma física diferente después de la muerte biológica. Esta creencia agrupa de manera popular algunas concepciones, tales como reencarnación o volver a encarnar.

Con el transcurrir de nuestras reuniones mi paciente, luego de leer algunas de mis recomendaciones literarias, se dio cuenta que su identificación con los gatos era únicamente asunto de que durante sus primeros años de vida experimentó un evento que le impactó positivamente, en el cual el héroe era un gato.

Diferentes culturas y religiones que creen que el alma toma disímiles formas a lo largo de un período o ciclo, refieren que si en alguna ocasión has sentido haber estado en un lugar, pese a no ser así, o si tienes sueños repetitivos, si tienes afinidad con animales, personas o situaciones; si tienes miedos o fobias inexplicables, todo esto puede deberse a que de esta forma murieron las personas.

Por ejemplo, corrientes filosóficas, como el budismo, plantean que las personas que han reencarnado varias veces sienten más empatía con otras personas, pues ya han pasado por diferentes cuerpos. Su filosofía habla de las siete vidas en las cuales el ser humano tiene derecho a reencarnar siete veces para enmendar los errores del pasado.

Sin embargo, las Sagradas Escrituras refieren, en torno a la inmortalidad del alma, que únicamente Dios es inmortal. En este sentido en 1 Timoteo 1:17 leemos: “Por tanto, al Rey Eterno, inmortal, invisible, único Dios, a Él sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén”.

Mientras Dios es eterno, el ser humano es mortal, por naturaleza.  Así lo podemos confirmar en Isaías 51:12, Nueva Versión Internacional: “Soy yo mismo el que los consuela. ¿Quién eres tú, que temes a los hombres, a simples mortales, que no son más que hierba?”.

2 Corintios 4:11 nos recuerda que la carne del hombre es mortal. Así lo leemos: “Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal”.

Más impactante aun es saber que el alma también es mortal, no reencarna. Para constatar lo antes dicho, veamos lo que dice Ezequiel 18:4 “He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá”.

La inmortalidad será concedida después de la resurrección. En 1 Corintios 15:52-55 hay una declaración poderosa: “En un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.  Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: ´Sorbida es la muerte en victoria`”.

La Biblia asegura que los muertos van al sepulcro, donde duermen hasta la segunda venida de Jesús. La palabra de Dios refiere el término infierno, que significa sepulcro, pero no un lugar de sufrimiento perpetuo. En la Biblia no se menciona el purgatorio; de igual modo, no hace referencia de que los muertos van al cielo, ya que la recompensa se dará a los justos cuando vuelva el Señor Jesús.

Creo que es tiempo de que cambiemos la concepción errada de la reencarnación, por la grandiosa y bienaventurada esperanza de la resurrección para vida eterna que nos ofrece Dios.

 

- Francisco David Williams, posee un Máster en Terapia Familiar y de Pareja de una Universidad Nacional Evangélica, UNEV. Diplomado en Administración de Recursos Humanos, en el Instituto de Psicología Industrial Dominicana, 2001-2002.


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